El Programa

Han cambiado muchas cosas en estos últimos ocho años en la Argentina.
Justamente, esos cambios son los que nos inspiraron a imaginar este ciclo.

Más allá del ruido, de las peleas y de la supuesta crispación, nos empezamos a acostumbrar a que ya no hay temas tabú, que todo puede ponerse arriba de la mesa y discutirse hasta encontrar un resultado que exprese la voluntad de las mayorías.

Durante mucho tiempo en nuestro país, y no me refiero sólo a los espacios de las dictaduras sino también en períodos democráticos, sectores de la sociedad pretendieron convencernos de que había cosas que no se podían discutir o cambiar. Algo así como que había ciertos intereses corporativos que no lo iban a permitir. Sin embargo, tanto en lo económico, como en lo político y en lo social fuimos encontrando el modo de abordar esas cuentas pendientes.

Un breve repaso:

  • - Parecía que el Estado estaba condenado a ser un Estado bobo, necesario para absorber pérdidas
      y facilitar ganancias.
  • - Las AFJP no se podían tocar.
  • - Las empresas públicas tenían que ser privadas.
  • - La ley de radiodifusión de Videla no se podía tocar.
  • - A los monopolios mediáticos, tampoco.
  • - La Asignación Universal por Hijo era un derroche que no se podía permitir.
  • - El matrimonio entre personas del mismo sexo, una afrenta a la moral y a las buenas costumbres.
  • - La televisión pública de calidad, un lujo innecesario.

Fue el debate, orgánico o desordenado, legislativo o espontáneo, pero el debate al fin el que habilitó esas discusiones; y el que permitió que se empezaran a pagar viejas cuentas que la sociedad tenía pendientes.
Eso es precisamente lo que queremos hacer: promover el ejercicio del debate, desarrollar esa gimnasia que nos hace mejores, convocar a construir incorporando lo mejor del otro sin que todo termine en una competencia estéril por saber quién tiene razón. La vida está llena de grises.

Queremos contribuir a fomentar la cultura del debate. Queremos saber cómo pensamos, qué pensamos, por qué opinamos como opinamos frente a temas críticos y centrales para la vida en sociedad.

Aprender a debatir significa aprender a escuchar, aprender a tolerar la opinión diferente, aprender a ceder, aprender a frustrarse. Significa aprender a dudar, y a tolerarse uno mismo los cambios de opinión.

Pero sobre todo, significa educarse, educar la opinión y tomar mejores decisiones.

Lo queremos hacer en forma serena, sin gritos ni agravios personales. Por su puesto que vale ser apasionado. Lo que no vale sin embargo, es ser irrespetuoso…